LLUVIA ÁCIDA
"La
tierra es nuestro refugio; ayudemos a
protegerla y cuidarla ya que ello depende
el futuro de muchas generaciones."
|
La lluvia ácida se forma cuando la humedad en el aire se combina
con los óxidos de nitrógeno y el dióxido de azufre emitidos por fábricas,
centrales eléctricas y vehículos que queman carbón o productos derivados del
petróleo. En interacción con el vapor de agua, estos gases forman ácido
sulfúrico y ácidos nítricos. Finalmente, estas sustancias químicas caen a la
tierra acompañando a las precipitaciones, constituyendo la lluvia ácida.
Los contaminantes
atmosféricos primarios que dan origen a la lluvia ácida pueden recorrer grandes
distancias, siendo trasladados por los vientos cientos o miles de kilómetros
antes de precipitar en forma de rocío, lluvia, llovizna, granizo, nieve, niebla
o neblina. Cuando la precipitación se produce, puede provocar importantes
deterioros en el ambiente.
La lluvia normalmente
presenta un pH de aproximadamente 5.65 (ligeramente ácido), debido a la
presencia del CO2 atmosférico, que forma ácido carbónico, H2CO3. Se considera
lluvia ácida si presenta un pH menor que 5 y puede alcanzar el pH del vinagre
(pH 3). Estos valores de pH se alcanzan por la presencia de ácidos como el
ácido sulfúrico, H2SO4, y el ácido nítrico, HNO3. Estos ácidos se forman a partir
del dióxido de azufre, SO2, y el monóxido de nitrógeno que se convierten en
ácidos.
"Efecto de la lluvia ácida" |
Los hidrocarburos y el carbón usados como fuente de energía, en
grandes cantidades, pueden también producir óxidos de azufre y nitrógeno y el
dióxido de azufre emitidos por fábricas, centrales eléctricas y vehículos que
queman carbón o productos derivados del petróleo.
La lluvia ácida es una de las consecuencias de la contaminación del aire. Cuando cualquier tipo de combustible se quema, diferentes productos químicos se liberan al aire. El humo de las fábricas, el que proviene de un incendio o el que genera un automóvil, no sólo contiene partículas de color gris (fácilmente visibles), sino que además poseen una gran cantidad de gases invisibles altamente perjudiciales para nuestro medio ambiente.
Centrales eléctricas,
fábricas, maquinarias y coches "queman” combustibles, por lo tanto, todos
son productores de gases contaminantes. Algunos de estos gases (en especial los
óxidos de nitrógeno y el dióxido de azufre) reaccionan al contacto con la
humedad del aire y se transforman en ácido sulfúrico, ácido nítrico y ácido
clorhídrico. Estos ácidos se depositan en las nubes. La lluvia que
producen estas nubes, que contienen pequeñas partículas de ácido, se
conoce con el nombre de "lluvia ácida".
La capa vegetal
en descomposición y los volcanes en erupción liberan algunos químicos a la atmósfera
que pueden originar lluvia ácida, pero la mayor parte de estas precipitaciones
son el resultado de la acción humana. El mayor culpable de este fenómeno es la
quema de combustibles fósiles procedentes de plantas de carbón generadoras de
electricidad, las fábricas y los escapes de automóviles.
Cuando el ser
humano quema combustibles fósiles, libera dióxido de azufre (SO2) y óxidos de
nitrógeno (NOx) a la atmósfera. Estos gases químicos reaccionan con el agua, el
oxígeno y otras sustancias para formar soluciones diluidas de ácido nítrico y
sulfúrico. Los vientos propagan estas soluciones acídicas en la atmósfera a
través de cientos de kilómetros. Cuando la lluvia ácida alcanza la Tierra,
fluye a través de la superficie mezclada con el agua residual y entra en los
acuíferos y suelos de cultivo.
La lluvia ácida
tiene muchas consecuencias nocivas para el entorno, pero sin lugar a dudas, el
efecto de mayor insidia lo tiene sobre los lagos, ríos, arroyos, pantanos y
otros medios acuáticos. La lluvia ácida eleva el nivel acídico en los
acuíferos, lo que posibilita la absorción de aluminio que se transfiere, a su
vez, desde las tierras de labranza a los lagos y ríos. Esta combinación
incrementa la toxicidad de las aguas para los cangrejos de río, mejillones, peces
y otros animales acuáticos.
Algunas especies
pueden tolerar las aguas acídicas mejor que otras. Sin embargo, en un
ecosistema interconectado, lo que afecta a algunas especies, con el tiempo
acaba afectando a muchas más a través de la cadena alimentaria, incluso a
especies no acuáticas como los pájaros.
La lluvia ácida
también contamina selvas y bosques, especialmente los situados a mayor altitud.
Esta precipitación nociva roba los nutrientes esenciales del suelo a la vez que
libera aluminio, lo que dificulta la absorción del agua por parte de los
árboles. Los ácidos también dañan las agujas de las coníferas y las hojas de
los árboles.
La Vida No Se Trata De Sobrevivir a una Tempestad Se Trata de Danzar Bajo La Lluvia |
Los efectos de
la lluvia ácida, en combinación con otros agentes agresivos para el
medioambiente, reduce la resistencia de los árboles y plantas a las bajas
temperaturas, la acción de insectos y las enfermedades. Los contaminantes
también pueden inhibir la capacidad árborea de reproducirse. Algunas tierras
tienen una mayor capacidad que otras para neutralizar los ácidos. En aquellas
áreas en las que la «capacidad amortiguadora» del suelo es menor, los efectos
nocivos de la lluvia ácida son significativamente mayores.
La única forma
de luchar contra la lluvia ácida es reducir las emisiones de los contaminantes
que la originan. Esto significa disminuir el consumo de combustibles fósiles.
Muchos gobiernos han intentando frenar las emisiones mediante la limpieza de
chimeneas industriales y la promoción de combustibles alternativos. Estos
esfuerzos han obtenido resultados ambivalentes. Si pudiéramos detener la lluvia
ácida hoy mismo, tendrían que transcurrir muchos años para que los terribles
efectos que ésta genera desaparecieran.
El hombre puede
prevenir la lluvia ácida mediante el ahorro de energía. Mientras menos
electricidad se consuma en los hogares, menos químicos emitirán las centrales.
Los automóviles también consumen ingentes cantidades de combustible fósil, por
lo que los motoristas pueden reducir las emisiones nocivas al usar el
transporte público, vehículos con alta ocupación, bicicletas o caminar siempre
que sea posible.
¿Cómo podemos combatirla?
Debemos que reducir las
emisiones. La quema de combustibles fósiles sigue siendo una de las formas más
baratas para producir electricidad, por lo tanto hay que generar nuevos
desarrollos utilizando energías alternativas no contaminantes.
Los gobiernos tienen que
gastar más dinero en investigación y desarrollar proyectos que tengan el
objetivo de reducir la contaminación ambiental.
Tenemos que seguir
avanzando en la producción de convertidores catalíticos para automóviles que
eliminen sustancias químicas peligrosas en los gases de escape.
Se deben buscar fuentes
alternativas de energía: Es necesario que los gobiernos investiguen diferentes
formas de producir energía utilizando energías renovables.
Se debe mejorar el
transporte público para alentar a la gente a utilizar este tipo de servicio en
lugar de utilizar sus propios automóviles.
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